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Por: Édgar Humberto López Rodríguez

Asociado Acord Risaralda

El bolo en Risaralda no solo es un recuerdo, es una realidad

Desde años atrás, la disciplina del bolo en Risaralda nos dio a probar las mieles de la victoria, con deportistas que se consagraron a nivel nacional y mundial como los mejores.


El título suramericano de  la “señora del bolo” Gloria Giraldo, las victorias en la última década de Juliana Franco Arango, como la tercera mejor bolichera del mundo en el mundial juvenil de Bangkok, Tailandia; el podio obtenido por Jaime Eduardo González, en el mundial juvenil en Florida, Estados Unidos; la más reciente medalla de plata Panamericana  ganada por el deportista risaraldense en Toronto, Canadá; el campeonato del mundo obtenido en la modalidad de parejas en la categoría senior por Julio Soto, en Las Vegas, Estados Unidos; estos y muchos triunfos más son solo recuerdos para los que amamos el deporte de las moñonas.


Hoy la realidad es otra; una disciplina que va sin rumbo alguno, sin escenario dónde practicar porque la bolera pública fue cerrada hace un año y nuestros gobernantes no han hecho nada para volver a habilitarla, el semillero de niños que algún día soñaron con emular a los ya consagrados se quedó a la deriva sin capitán que los guíe.


Los deportistas élite que son los que van a representar a nuestro departamento en Juegos Nacionales, en sus últimas presentaciones no han contado con buenos resultados, sus niveles de competencia son muy bajos frente a sus rivales, y como si fuera poco, aquellos que lucieron la camiseta verde y blanca de Risaralda en eventos nacionales y orbitales, están emigrando para otras ligas, como es el caso de Julio Soto, que ahora hace parte de la Liga de Bolo del Quindío.


Como periodista, seguidor y aficionado de este bello deporte, siento nostalgia al saber que los bolos, disciplina que llegó a hacer la segunda mejor liga en Risaralda, tenga un presente oscuro y un futuro incierto. 


Hay que volver a abrir las puertas del escenario natural donde nuestros bolicheros se preparan para cada evento, hay que pedirles a las Secretarías de deportes del municipio y del departamento su respaldo económico y logístico para abrir escuelas de formación que proyecten un futuro mejor, hay que pedirles a los diferentes clubes que hacen parte de la liga, la visita a establecimientos escolares para motivar a los niños y jóvenes a formar parte de este deporte.


El bolo en Risaralda tiene que volver a ser potencia nacional, no podemos seguir viviendo del recuerdo.


Afortunadamente, empresas privadas como Comfamiliar Risaralda, se han dado cuenta de la importancia que tiene este deporte para región, y para respaldar todo lo resumido anteriormente, inaugurará diez modernas pistas con la última tectología en el parque Consotá.


Este es un claro ejemplo que el bolo en nuestro departamento no solo es un recuerdo, sino una realidad.

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