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Jhon Jairo Echeverry: su vida ha sido una continua 'lucha'


¿Por qué me hice luchador…?.

“Realmente nunca me pasó por mi mente escoger este deporte, pasé una niñez en pueblos y veredas y jugaba demasiado a la guerra, las espadas, las artes marciales, me creía Bruce Lee… creo que desde niño estaba adquiriendo un potencial físico, era excesivo mi juego y me enfrentaba a los otros niños: brincaba, saltaba, corría…”

La respuesta es de Jhon Jairo Echeverry: travieso de niño, jinete en ciernes, apasionado deportista, dedicado entrenador, el segundo padre de sus hermanos e inquieto -hasta cansar- dirigente de la lucha olímpica en Risaralda.

Su historia es un carrete de hilo que se va desmadejando en sus propias palabras:

“Cuando fui entrando en uso de razón me aficioné a montar en caballo. Mi padre los tuvo y los preparaba para correr para las carreras en los pueblos y veredas, donde apostaban dinero y yo me convertí en su jinete y llegué a ganar varias carreras”.

Está visto que la vida lo pone a uno donde debe ser. La familia Echeverry, los dos padres y los nueve hermanos, seis varones y tres damas, dejaron a sus pueblos de infancia, Belén de Umbría y Guática.

“Luego vino la decisión de mi padre de venirse a vivir a Pereira después de un corto tiempo en Buenaventura. Estaba entrado en los 14 años cuando me inicié en la lucha a través de una invitación hecha por el profesor Edelberto Colina en la escuela Olaya Herrera. No tenía ni idea de que se trataba, me imaginaba unos monstruos enmascarados, que se golpeaban, me daba susto eso, pero a mi encantaba lo que eran todos esos deportes de combate y llegue al coliseo menor, me encontré con un celador que me preguntó para donde iba, le respondí que para lucha y me metió un empujón y me dijo… vaya pues”.



Su vida en la lucha olímpica

Su primer torneo fue en el año 1084, un nacional infantil en Bogotá. El rollo de su vida lo sigue desenvolviendo Jhon Jairo, el mayor de los Echeverry…

“Fue dramático. Desde que entrenaba fui inculcado de que iba a ser campeón por mi entrenador Aldemar Jaramillo, era un duro para meterle eso a uno en la cabeza y para ello me prepare y fui a ese torneo, enfrentando a un rival que me superó ampliamente. Yo quede muy triste y decepcionado y salí llorando porque no fui el campeón, pero seguí entrenando y al año siguiente conseguí mi primera medalla de oro en Cali, en el nacional infantil 15/16”.

Hasta el año 1992 mantuvo plena actividad como deportista…después alternó como monitor hasta hacerse definitivamente entrenador. Sin lugar a dudas lo más significativo de su trayectoria fueron las dos medallas de oro en los Juegos Nacionales de 1988 y 1992…

“Mi última participación con entrenador en la esquina fue en el año 1992 en los Juegos Nacionales donde quede campeón, pero seguí alternando con mis inicios como monitor y en el año 95 estuve en la selección Colombia en el Suramericano de Quito donde fui subcampeón de mayores. Ya como entrenador practicaba pero no muy seguido. En el 2006 volví y me metí en la colchoneta y fui a un nacional de mayores ocupando un segundo lugar”.

Sigamos. Todavía hay mucho hilo para desenrollar en la historia contada por Jhon Jairo Echeverry. Y con él un repaso a su trayectoria en la colchoneta:

“Mis mejores actuaciones fueron los Juegos 88 y 92 y posteriormente la plata en los Suramericanos de Quito. Me faltaron muchos eventos, mis sueños fueron muy interrumpidos. Logré la casilla para los Panamericanos 87 en Indianápolis y no me llevaron dizque porque estaba muy joven y prefirieron renunciar a la categoría y eso me traumatizó. Participar en unos Olímpicos era otro de mis grandes anhelos pero me retiré muy joven, me faltó quien me guiara”

Y su balance…

“Lo considero muy positivo, creo que desde que inicie mi carrera muy joven pasé por todas las etapas como campeón siendo deportista, como derrotado que lo fui algunas veces, luego monitor, entrenador y también dirigente, como presidente de la liga. Creo que he hecho una carrera completa, contento y feliz por la experiencia que hoy puedo trasladar a mis chicos y muy agradecido con el deporte y con el departamento que me acogió”.

Por qué resolvió ser entrenador ?

“Tampoco lo tenía en mi mente pero el entrenador renunció y se fue del departamento, la lucha cayó, el gimnasio cerró y yo me quede entrenando en las calles, solo, sin guía y se me vino a la cabeza que debía retomar el deporte y buscar la manera que la liga y Coldeportes Risaralda me apoyaran. Benicio Zuluaga, el presidente me dijo: demuestre y gánese el cargo. Trabaje fuerte, recupere el escenario, me dieron confianza y me contrataron como entrenador, antes había sido monitor”.

Y estando en la esquina trabajó en uno de sus pupilos lo que él no pudo por las circunstancias ya contadas. Rodrigo Piedrahita. Lo hizo su álter ego en la colchoneta:

“Estábamos trabajando con él para completar el ciclo olímpico. Y estuvimos a un punto de lograrlo. Habíamos alcanzado las medallas en los cuatro juegos internacionales y estábamos listos, pero su destino se truncó y se nos fue rápido de este mundo. Otro proceso interesante lo hice con Diego Echeverry.

Recordamos acá que Rodrigo Piedrahita murió trágicamente en un hecho confuso en la casa de un amigo. El luchador que más se destacó internacionalmente en la historia de este deporte en Risaralda. Esas medallas a que se refiere John Jairo fueron la plata en Bolivarianos 2005, el oro en los Juegos Suramericanos 2006, el bronce en los Centroamericanos 2006 y la más significativa, el bronce de los Panamericanos 2007. Fue un ciclo brillante que había iniciado con la presea de plata en los Juegos Nacionales 2004.



De su aporte a esta disciplina, no sólo en Risaralda sino en Colombia, habla por sí sola su extensa hoja de vida…

“He aportado mucho al departamento, me he entregado con alma y cuerpo, me acuesto y me despierto pensando en la lucha, buscando como dar mejores resultados y también como ayudar a crecer a mis muchachos. He formado deportistas para ser personas de bien”.

“Cómo quiere ser recordado cuando se retire?

“Que me recuerden como lo que fui, el luchador como deportista, entrenador y dirigente. Y que reconozcan que siempre quise hacer algo por nuestro deporte, por los deportistas y por el departamento”.

No podía faltar la anécdota, anticipando que esta nota fue tan extensa –no podía ser menos con un personaje que ha recorrido su deporte a lo largo de 36 años- que nos quedó para una crónica que titularíamos ‘Los Echeverry somos así’, porque siete de los nueve hermanos practicaron la lucha y varios de sus vástagos heredaron el gusto por este rudo deporte, incluso una mujer –Jéssica Viviana- que hoy es presidenta de la Liga Risaraldense de Lucha, puesto en el que sucedió a la mamá y al papá, mientras unos de ellos, Diego Ferney, se hizo el díscolo y cambió la trusa por el pantalón y la chaquetilla de la esgrima.

Esta fue su anécdota, anticipando que gracias a la tozudez del entrenador Aldemar Jaramillo que fue por él hasta la casa se salvó una medalla de oro en los Juegos Nacionales 1988:

“Estuvimos por varios meses concentrados en el velódromo, al que llamábamos Villa Zancudo. Comíamos en el apartamento del entrenador que quedaba cerca. Un día estaba fan fuerte el entrenamiento, tan tenaz que había bajado 5 kilos de peso y la presión tan bárbara que me escapé de la concentración. Ni para pasajes tenía y un conductor de un carro, viéndome caminar por la avenida, me trajo hasta el parque Olaya para llegar a San Nicolás. Le dije a mi madre que si preguntaban por mí por que dijera que yo no estaba ahí. Al rato tocaron, yo sabía que era Aldemar y me escondí. Mi madre abrió y le preguntó: ¿que le pasó a ese muchacho que está debajo de la cama. Aldemar me sacó y me llevó nuevamente a la concentración. Y fui campeón de esos juegos”.

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