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El judo de Risaralda, una marca de prestigio nacional: Harold Londoño

Risaralda, Casta de Campeones – Acord Risaralda

Hugo Ocampo Villegas.

A Harold Londoño Kratz muchas veces le han preguntado cual ha sido esa clave para alcanzar los resultados que ha obtenido como entrenador al frente de la disciplina del judo en Risaralda. Sintetizo su respuesta: amor, perseverancia y disciplina. Todo ello sustentado en un trabajo de equipo.


En sus palabras: “levantarse todos los días con el cariño por lo que uno hace, lo segundo perseverar, no importa el resultado adverso hay que seguir insistiendo y tercero la disciplina que hace posible alcanzar las metas que uno se traza con ese amor y perseverancia. Le agregaría el trabajo en equipo, eso ayuda mucho”


Y cuando le pregunto por qué sobresale el judo de Risaralda, volteo su respuesta y arranco por el final escuchándole una frase que impacta: “es una suma de elementos que han ayudado a que el judo de Risaralda sea una marca de prestigio a nivel nacional”.


Eso se resume, apunto yo, a un trabajado organizado en su esencia deportiva pero con criterio empresarial y solidario en el que muchas personas han dado su aporte, como lo amplía Harold:

“Hemos tenido unos buenos administradores, el caso de Carloman, de Peláez, de Astrid, de Laura que siempre han estado respaldando las decisiones técnicas, hemos tenido el apoyo de los diferentes secretarios del deporte, porque hemos sido disciplinados en el trabajo y nos pusimos metas que podíamos cumplir, pero también soñamos otras que parecían inalcanzables y las logramos, porque hemos tenido unos deportistas que creen y confían en nosotros, porque contamos con un grupo de padres de familia que no sólo están ahí por sus hijos sino colaborando para el desarrollo del judo”.

La trayectoria de Harold Londoño en el deporte es muy extensa. Como entrenador sudando en el gimnasio y forjando campeones pero también desde una oficina trazando planes de trabajo:

“Paralelo a mi trabajo como entrenador también he estado vinculado a algunos espacios administrativos como metodólogo de la SDRC que me dio un espacio de conocimiento de otras disciplinas, también tuve la oportunidad de ser coordinador de capacitación de la Escuela Nacional del Deporte y también he sido docente en la UTP, todo sido un complemento para mi tarea como entrenador”

Eso sí se siente más cómodo con el yudogui que con el traje de calle…

“Siempre he dicho que no cambio el yudogui por un escritorio si bien esos espacios fueron importante para mí, definitivamente es en el gimnasio donde me muevo como pez en el agua”.


Obviamente la historia de Harold comienza como deportista en el judo:

“Tuve la oportunidad de practicar como deportista el judo durante 10/12 años en la década de los 80. Antes era más difícil que hoy participar en las diferentes competencias, teníamos sólo un campeonato nacional en el año, tuve la oportunidad de ser medallista en los tres metales, por Caldas y en el equipo nacional. Para mí ha sido importante esa etapa de competidor pues le me ha dado entendimiento para manejar los procesos de formación de los deportistas de hoy”.


Ser entrenador no estaba en sus planes iniciales. En el judo sólo aspiraba al cinturón negro. Y su proyecto de vida no pudo levantar vuelo como piloto que quiso ser, ni tampoco encontró soluciones tecnológicas cuando pensó en ser ingeniero. Acabó siendo egresado de Ciencias del Deporte de la UTP y forjando campeones en el deporte:

“Creo que finalmente ser entrenador es lo mejor que me ha podido pasar y hoy en día no lo cambiaría por ninguna otra profesión porque me he sentido muy bien, me ha dado muchas glorias, me he sentido identificado con lo que hago, me divierto y me pagan por lo que más me gusta hacer”.

Fue competidor por Caldas, su departamento; como entrenador se proyectó, se consolidó y alcanzó el éxito en Risaralda:

“Yo estaba haciendo mis primeros pinitos como monitor en Comfamiliar Caldas pero terminé acá por la invitación de un gran amigo que se llama Álvaro Peláez, quien me invitó un fin de semana a Pereira y me dijo que estaban buscando entrenador y que si podía mirar la oportunidad; vine con mucha curiosidad, lo estudié un poco, no eran las mejores garantías pero me pareció interesante experimentar y ese experimento se convirtió en 30/35 años de trabajo acá en Risaralda".


El primer gran éxito de Harold Londoño no estaba en los pronósticos de nadie distinto a Harold. Fue el oro de Stella Echeverry en los Juegos Nacionales de 1988. Como periodista del Diario del Otún me tocó salir a rebuscar la foto de la deportista con su presea pues había programado los reporteros gráficos para otros cubrimientos. Harold siempre ha sido así, cauteloso para comprometer su concepto en público. Pero eso sí, tiene contadas sus medallas nacionales e internacionales:

“Mi primer gran triunfo fue el oro en los Juegos Nacionales de 1988 y desde ese momento hasta la fecha hemos conseguido siempre medallas en Juegos y, además, el mayor número de Risaralda por disciplina deportiva, un gran logro como entrenador. Han sido más de 2.000 medallas nacionales y 200 internacionales, he estado en los juegos del ciclo olímpico con Colombia como entrenador y mi máximo logro fue haber alcanzado después de 14 años de buscarlo un podio mundial, lo conseguimos con la medalla de plata en los Juegos de Artes Marciales en Corea del Sur 2019”.

A Harold Londoño y le judo todavía les falta algo que al comienzo era remoto pero que gracia a su trabajo está cerca de ser una realidad:

“Lo que no hemos podido lograr, el sueño de todo entrenador que se respete es estar en unos Juegos Olímpicos. Ahora ese es el reto, tener la oportunidad de clasificar y participar con judocas del departamento en una olimpiada. Allá no van los que quieren sino los que pueden fruto de una preparación”.

¿Destacar deportistas? Sería egoísta hablar de nombres concretos. Hemos tenido épocas, una con un gran equipo femenino, Yajaira, Paola Andrea, Gloria. Luego vino otra camada con Mazo, Víctor Hugo, Pescador. Y no podemos olvidar las katas con Glatenfer, Montes, Lina Ríos, Natalia Peña, ahora con Daniela y Miguel Ángel. Y en este presente con Jorge y Sebastián en el combate”


Más que sus triunfos deportivos, que de hecho son de inmenso significado, la satisfacción íntima de Harold es saber que “llegaron niños al coliseo, se hicieron hombres y ahora son excelentes profesionales o padres de familia”.

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